esa soy yo. la que no quisieras, la que no podrías, la que no sabrías. abigarrada de cosas. de hoy, de mañana, de ayer. no sé.
habíamos decidido que a las 4 en un bar del bajo. en aquella época yo trabajaba de sellar papeles en un oficina masomenos fea, masomenos oscura, decididamente aburrida y solitaria. vos vendías celulares pero en tu casa no tenías teléfono ni televisión.
cuando llegue busqué una mesa sobre la ventana, me sente y me saque las botas. costumbre que me obligo a gastar gran parte de mi sueldo en medias. ya no era una infante y la gente con tarjetas de debito no anda mostrando las medias rotas. pensé en los últimos dos años. pensé en que no sabías nada de mis últimos dos años. pensé que no tenía nada que contarte. pensé en que tal vez estaba igual pero con mas celulitis.
llegaste veinte minutos tarde. pense en cuanto odiaba tu impuntualidad cuando salíamos. dos años después no me importaban ni vos, ni tu impuntualidad, ni esa ex tuya que me caía tan bien y cumplía años un día antes que yo.
tu peinado era masomenos idéntico al que te había hecho ese peluquero mersa de Wilde. nunca te creí que ese tipo podía entender algo de música. ahora toca el bajo en tu banda. ahora vos también sos un mersa.
llegaste y me diste un beso en la boca. no eramos amigos, nunca habíamos sido amigos, nunca nos habíamos visto en una fiesta o recital. o sí, pero yo hice de cuenta que no, que no te conocía, que en las fiestas de fin de año somos todos desconocidos y fumamos juntos acostados en el pasto.
tu familia bien. el gato seguía escapandose una vez por semana y todavía no te habías encamado con la vecina que recuperaba todas las pelotas que tirabas en su patio. tu viejo seguía escuchando los beatles cuando tu vieja salía y tu hermana todavía se reía de mi voz cuando llamaba por teléfono.
ese sos vos. el que no quisiera, el que no sabría, el que no podría. en el exacto mismo lugar en que congele la imágen para apagar el agua del café. nunca mas volví.
cada vez hay mas lugares a los que no volví